Techos volando y vientos por
sobre los 170km/h alertaron a la comunidad de Puertos Varas -en el sur del
país- este fin de semana. Fue el recuerdo de que hay ciertas zonas en Chile
donde los tornados y trombas marinas pueden ser una realidad peligrosa y
constante.
Sobre si se trató de un fenómeno
aislado, el académico de la Universidad de O’Higgins (UOH)
e investigador del CR2, Raúl Valenzuela,
precisa que “respecto a tornados y trombas, en un estudio publicado en 2020
(referencia: https://doi.org/10.1175/BAMS-D-19-0218.1)
vimos que estos fenómenos se concentran entre las regiones del Ñuble y Los
Lagos. Por otro lado, las ráfagas de viento se pueden dar en cualquier lugar de
Chile, sin embargo, en salidas de valles pueden ser particularmente fuertes.
También en una situación pre-frontal son importantes”.
Hecha la explicación, Raúl
Valenzuela puntualiza que en nuestro país el sistema de alertas para este tipo
de fenómenos está en muy mal pie. “Los radares Doppler son instrumentos ideales
para estudiar fenómenos de lluvia y viento de escala regional y sub-regional,
pero no contamos con ninguno. Por tanto, cualquier sistema de alerta que esté
construido solamente en estaciones meteorológicas, será de carácter local y
propenso a las falsas alarmas”, añade.
Radares meteorológicos
Para el investigador, como país,
estamos súper atrasados en cuanto a radares meteorológicos se refiere. “Gran
parte del hemisferio norte, exceptuando algunas zonas de África, usan radares
de este tipo. A nivel regional, solo Bolivia y Chile no lo usan”, explica.
Relata además que en 2019 la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) y el
expresidente Sebastián Piñera anunciaron un plan que buscaba implementar una
red nacional de radares meteorológicos desde Valparaíso hasta Los Lagos, “tras
un enjambre de tornados y trombas marinas que afectó ese año a la Región del
Bío Bío. Pero el estallido social y el inicio de la pandemia congelaron el
proyecto”, asegura.
El experto agrega que junto a un
grupo de amigos y colegas utilizan el hashtag #UnRadarParaChile desde 2017,
especialmente cuando ocurre un evento extremo de precipitación. “La campaña
busca generar conciencia de la necesidad de este tipo de instrumentos, no tan
solo para uso científico, sino que también para la protección civil”, finaliza.
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