Por el director del Instituto de
Seguridad Laboral de Los Lagos, Néstor Villarroel Hipp.
Abril
nos invita a reflexionar sobre un principio irrenunciable: la seguridad y salud
en el trabajo no son solo como un requisito legal, sino la base de una sociedad
más justa y productiva. En este marco, el Decreto Supremo N° 44 moderniza el
reglamento de gestión de riesgos laborales, reemplazando la lógica reactiva por
una cultura de prevención proactiva. La norma exige a entidades empleadoras
identificar y controlar peligros de manera sistemática, pero su verdadero valor
está en su enfoque participativo, ya que las y los trabajadores, empleadores y
comités paritarios deben trabajar en conjunto para anticiparse a los riesgos,
no solo responder a ellos. Este cambio de paradigma es especialmente relevante
en un país con realidades laborales tan diversas, donde la adaptación a cada
sector, desde la minería hasta el comercio, es clave para salvar vidas.
El DS
N° 44 no es un mero trámite burocrático; es una herramienta para transformar
prácticas. Exige planes de gestión de riesgos específicos, evaluaciones
periódicas y, sobre todo, transparencia en la comunicación de peligros. Sin
embargo, su éxito depende de que todos asumamos nuestra parte. Como Instituto
de Seguridad Laboral, nos comprometemos a facilitar esta transición mediante
capacitaciones accesibles, herramientas digitales para simplificar procesos y
asesoría técnica especializada. Pero la norma solo cobrará vida si las
entidades empleadoras la ven como una inversión, no un gasto, y si las y los
trabajadores exigen su cumplimiento sin temor. La prevención reduce costos
humanos y económicos: un ambiente seguro es la primera condición para generar
un Trabajo Decente.
En este mes de la seguridad laboral,
recordemos que proteger a los trabajadores y trabajadoras es proteger el futuro
del país. El DS N° 44 es un avance, pero su impacto real se medirá en la
disminución de accidentes, en empresas que integren la prevención a su ADN y en
una sociedad que valore la vida por sobre la productividad a cualquier costo.
La tarea es colectiva: Estado, entidades empleadoras, trabajadores y
trabajadoras, quienes debemos actuar con urgencia y convicción, porque cuando
hablamos de seguridad laboral, el mañana se construye hoy.
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