Dolores de cabeza, falta de concentración, problemas para
conciliar el sueño y el descanso, malestares gastrointestinales y fatiga son sólo
algunos de los síntomas y signos que la deshidratación puede generar en nuestro
cuerpo día tras día.
La hidratación en el entrenamiento ha adquirido una gran
relevancia siendo uno de los cuatro pilares fundamentales de la recuperación
para el rendimiento físico y deportivo. Sin embargo, la importancia de estar
bien hidratado no se limita exclusivamente para aquellas personas que gozan de
hábitos vinculados a la actividad física, sino a toda la población que busca
funcionar correctamente, independiente de las actividades que desempeñen. Sean
estudiantes o trabajadores, la hidratación especializada contribuirá a llevar
las actividades de la jornada de manera más eficiente.
Hemos observado que la educación por una correcta
hidratación parece ser un punto flojo en cuanto a la información que nuestros
ciudadanos reciben en el ámbito nutricional. La ingesta de líquidos no se traduce
en meras recomendaciones generales, sino que demanda una evaluación
personalizada frente a cuantos mililitros una persona debe consumir bajo
factores como su peso y las características de la actividad física y el
entrenamiento que practica.
Por cada un 1% de peso perdido por deshidratación ocurren
eventos a nivel fisiológico perjudiciales para nuestro organismo: la frecuencia
cardiaca se eleva, existe una disminución en la velocidad de reacción (física y
mental); se evidencia menos tolerancia al aumento de la temperatura corporal,
se observa cansancio físico prematuro, disminución en el rendimiento
académico/laboral entre otros.
Es importante asesorarse con profesionales de la
nutrición, no sólo para llevar una dieta, sino para adquirir hábitos de vida
que lleven a mantener un óptimo estado de salud y prevenir complicaciones que
afecten nuestro día.
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