En el contexto contemporáneo, los profesionales no sólo necesitan una
formación técnica adecuada, sino también una comprensión profunda del ser
humano, de la cultura y de los valores. Además, deben desarrollar la capacidad
de adaptarse, innovar y ser creativos. Sin embargo, para que la educación
cumpla su propósito esencial, es crucial abordar con seriedad las circunstancias
actuales.
Entre los retos más evidentes que enfrenta la sociedad están las redes
sociales, la inteligencia artificial, el cambio climático, la migración, la
salud mental, entre otros. No obstante, quisiera centrarme en aspectos
específicos de la realidad educativa de nuestro país que requieren atención
urgente.
Un informe de Acción Educar señala que 676.571 estudiantes del sistema
escolar chileno presentaban inasistencia grave en abril de 2024.
Particularmente alarmante es que, en marzo del mismo año, uno de cada tres
alumnos del nivel preescolar registraba este tipo de inasistencia. A esto se
suma el elevado índice de deserción o desvinculación escolar, que, según el
Mineduc, afectó en 2023 a 50.814 niños, niñas y adolescentes.
El impacto de estos problemas va más allá de las estadísticas. En los
casos más graves, lamentablemente, muchos de estos niños terminan en la calle o
siendo reclutados por el crimen organizado, donde encuentran un seudosentido de
pertenencia. En lugar de esto, la escuela debería ser el espacio donde los
estudiantes se sientan valorados y donde su energía y creatividad se canalicen
en el aprendizaje. Lo que el hampa llama "pillería" podría
transformarse en ingenio, y el arrojo que impulsa a muchos hacia la temeridad debería
convertirse en valor orientado al aprendizaje y a la superación personal.
Las causas de la desvinculación escolar son variadas y complejas. No se
trata sólo de estudiantes a quienes "no les gusta estudiar". Entre
los factores se encuentran la baja matrícula en programas universitarios de
pedagogía, la calidad y remuneración de los profesores, el creciente número de
licencias médicas, así como políticas públicas inadecuadas que no garantizan un
desarrollo genuino ni una vida digna para el docente. A esto se suma la
necesidad de fortalecer el trabajo con las familias, que son el primer espacio
donde los niños adquieren hábitos, valores fundamentales y un sentido profundo
de pertenencia y seguridad.
Por lo tanto, uno de los desafíos prioritarios de la educación debe ser
la reintegración de aquellos estudiantes que se han alejado de las aulas. Este
proceso requiere un compromiso serio y sostenido, basado en la responsabilidad,
el profesionalismo y la dedicación, especialmente de quienes tienen un rol
directo en esta tarea. Como señala nuestra querida poetisa Gabriela Mistral: "El futuro de los niños es siempre hoy.
Mañana será tarde".
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