Las listas de espera en salud se han tomado el debate público en las últimas semanas. Más allá de las cifras, el fondo del problema expone la fragilidad de nuestro sistema sanitario actual y a esta altura, parece resaltar también la imperiosa necesidad de la integración público-privada en beneficio de la población chilena enferma.
El ejemplo más visible y tangible de este último
ejercicio fue el trabajo de la Unidad de Gestión Centralizada de Camas durante
la pandemia, lo que permitió atender a cada uno de los chilenos que necesitaron
atención durante esta catástrofe sanitaria.
Si bien estos esfuerzos integradores se transforman en
soluciones técnicas imperiosas en tiempos de emergencias sanitarias, también
operan en tiempos ordinarios y es una medida que debiera considerarse.
Otra medida a más largo plazo es fortalecer los programas
de especializaciones médicas. Según el documento “Caracterización de las
especialidades médicas en Chile en 2022” del Departamento de Estudios y
Desarrollo de la Superintendencia de Salud, existen menos de 1.9 médicos
especialistas por cada 1000 habitantes y su distribución no es homogénea,
concentrándose casi el 60% de ellos en la Región Metropolitana, un 8,3% en la
Región de Biobío y un 8,2% en la Región de Valparaíso.
Al mirar a modo de ejemplo una especialidad sensible como
la Oncología, especialidad médica encargada de brindar atención a una patología
prevalente y de crecimiento persistente como es el cáncer, las cifras son aún
más alarmantes. Pues aún, cuando sabemos que el cáncer es la primera causa de Años de Vida Saludable Perdidos (AVISA) en
la población nacional y la 2ª causa de muerte actual en Chile (aunque en camino
a convertirse en la primera al 2030) sólo existen cerca de 200 médicos
oncólogos trabajando en todo el país, lo que está muy por debajo del promedio
de la OCDE y de las recomendaciones internacionales.
Además, y según el documento “Dotación de personal del Sistema Nacional
de Servicios de Salud- Oferta y Brecha del personal de salud” de la
Subsecretaría de Redes Asistenciales del Ministerio de Salud y publicado en
junio del 2023, las dotaciones de médicos oncólogos también tienden a
distribuirse de manera desigual. Este último ejemplo no es aislado, pues se
repite con otras especialidades también.
Y aunque existen importantes iniciativas ministeriales por soslayar
estos déficits, incluyendo comisiones multipartitas en búsqueda de soluciones, todavía
existe una insuficiente capacidad formativa en regiones como para compensar
estos déficits históricos.
Sin duda que la creación de programas de especialización médica en las regiones,
y para las regiones, puede y debe ayudar a resolver, al menos en parte, esta
problemática país. Y eso necesita de un esfuerzo conjunto de las autoridades
universitarias, ministeriales y regionales, de las sociedades científicas y de
los mundos público y privado en post del bien común de nuestra sociedad.
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