La jornada académica completa hasta octavo básico es de
38 horas semanales, subiendo a 42 horas durante la enseñanza media. Son 28 años
los que han transcurrido desde el inicio progresivo de esta medida propuesta a
través de la ley 19.532, con el fin de eliminar brechas de desigualdad en el
contexto educativo y mejorar, en consecuencia, la calidad de la educación.
A pesar de que existe una escasa evidencia científica que
pueda demostrar si esta medida eventualmente significó una mejora en la calidad
de la educación, permítame el lector ahondar en una arista que se desprende de
esta realidad y que se presenta como un potencial factor relacionado con los
resultados del reciente Mapa Nutricional en Chile.
Un dato interesante, respecto de la vigente minuta de la
jornada escolar completa es que representa un 35% más de horas semanales en
promedio al resto de los países de la OCDE. Coincidentemente, nuestro país
lidera las tasas de obesidad en comparación a los países de la misma
organización, ubicándose en tercer lugar por sobre Estados Unidos.
Se ha demostrado que los niños y adolescentes con
sobrepeso y obesidad tienen un menor rendimiento académico, mayores tasas de
ausentismo a nivel escolar y, en consecuencia, un menor rendimiento incluso a
nivel universitario. El impacto que la obesidad plantea hoy en día, como se
puede apreciar, ya no recae solo en el contexto médico, sino también como
factor activo de la desigualdad social que este estado significa.
Es necesario tomarse un par de minutos para reflexionar
respecto a esta realidad y luego reconocer la necesidad de incluir a
nutricionistas en cada establecimiento educativo. En efecto, un nutricionista
podrá ejercer su profesión a través de diferentes veredas con miras a la
prevención y control enfermedades; podrá realizar intervenciones educativas
tanto a estudiantes como apoderados y a toda la comunidad académica; realizar
evaluaciones nutricionales, generar planes estratégicos de intervención a la
comunidad; supervisar el Programa de Alimentación Escolar y el Programa de
Alimentación Preescolar de manera constante y oportuna; supervisar quioscos y
ser el actor permanente en el proceso de mejoramiento de la salud relacionada a
la malnutrición por exceso.
Es bien sabido que las redes sociales han popularizado
los mitos alimentarios bajo diferentes intereses, muchas veces mediados por
discursos sin sustento científico. En un mundo donde nuestros estudiantes
consumen información rápida (y posiblemente sesgada) a través de sus
dispositivos móviles, será necesario también reconocer que la era digital trae
consigo un factor de riesgo más.
Como profesionales de la salud, no podemos dejar de
preguntarnos ¿por qué la aguja del sobrepeso y la obesidad no se mueve hacia donde
queremos? Las intervenciones parecen llegar tarde, el tiempo parece escaso, el
interés mediado por la cultura de lo inmediato aparentemente no se centra en el
movimiento o en el cambio de hábito. ¿Es posible que los niños y adolescentes
estén pasando muchas horas a la semana sin el apoyo oportuno de una cultura del
movimiento y la correcta alimentación? ¿estos cambios podrán acarrear, también,
una mejora en el rendimiento académico?
La atmósfera escolar es sin duda un factor determinante
para generar cambios asociados a la salud pública y a la igualdad social,
realizar una intervención definitiva incluyendo a estos profesionales dentro de
la institución podrá generar un impacto positivo a diferentes escalas.
0 Comentarios