En los próximos días, específicamente el lunes 4 de marzo, conmemoramos
el Día Mundial de la Obesidad, un momento crucial para reflexionar sobre los
preocupantes índices de este trastorno metabólico y, sobre todo, sus
consecuencias asociadas. Organismos internacionales como nacionales nos
informan constantemente sobre los niveles alarmantes en nuestra sociedad,
cifras que han aumentado de manera significativa en los últimos 30 años. Sin
embargo, hasta la fecha, carecemos de soluciones concretas para abordar esta
problemática.
Es fundamental reconocer la obesidad como una enfermedad, y no
simplemente como un desequilibrio energético. Actualmente, se comprende que
este trastorno es precursor de otras enfermedades como la diabetes tipo 2, la
hipertensión, las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Por otra parte, resulta paradojal que la literatura científica lleva
años resaltando la necesidad de modificar nuestros hábitos hacia conductas más
saludables. No nos referimos únicamente a la realización de 30 minutos de
ejercicio aeróbico diario o la adopción de dietas extremadamente restrictivas. Las
intervenciones deben enfocarse en el manejo del trastorno principal y sus
comorbilidades a través de estrategias interdisciplinarias que abarquen
aspectos nutricionales, psicológicos, médicos y kinesiológicos. Incorporando
siempre un abordaje clínico que debe considerar el principio de individualidad,
ya que no todos los pacientes responderán de la misma manera a las
intervenciones. ¿Y aquellos que no responden? Quizás requieran explorar otras
estrategias o ajustes en el tratamiento.
Si bien hemos presenciado la aparición de algunos fármacos de moda, como
las "inyecciones para bajar de peso", haciendo referencia a
medicamentos como la semaglutida, debemos cuestionarnos si una simple inyección
es suficiente. ¿Cuál es su costo? ¿Está disponible para aquellos que realmente
lo necesitan? Si bien la aparición de avances en el manejo farmacológico son aportes
en el control de la obesidad, el mejor manejo del trastorno se encuentra en la
prevención de la obesidad, incorporando hábitos saludables, una alimentación
sana y equilibrada.
Nos enfrentamos a un importante y estimulante desafío como profesionales
de la actualidad: movilizar masas para promover hábitos saludables perdurables
en el tiempo. Esta tarea, tarde o temprano, requerirá nuestro compromiso desde
cualquier posición que ocupemos para contribuir al avance de nuestra sociedad.
Alexis Espinoza,
Director de Escuela Kinesiología UST
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