Por el Rector del IP y CFT Los Lagos, Jaime Huincahue Melipil

La interculturalidad es un concepto que se refiere al diálogo y la interacción entre diferentes culturas de manera respetuosa y equitativa. En teoría, implica reconocer y valorar la diversidad cultural, promoviendo la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas, independientemente de su origen cultural.

Sin embargo, a menudo hay una brecha entre el discurso y la puesta en práctica de la interculturalidad. Aunque muchas sociedades y organizaciones promueven la interculturalidad como un valor fundamental, la realidad muestra que no siempre se implementa de manera efectiva.

Una de las razones detrás de esta brecha es la persistencia de prejuicios y estereotipos culturales arraigados en las sociedades. A pesar de los esfuerzos retóricos para fomentar la interculturalidad, estos prejuicios pueden influir en las actitudes y comportamientos de las personas, perpetuando la discriminación y la exclusión.

Además, la implementación de la interculturalidad implica desafíos prácticos, como la adaptación de sistemas educativos, políticas públicas y estructuras sociales para acomodar y valorar la diversidad cultural. Estos cambios pueden encontrar resistencia debido a intereses establecidos y visiones del mundo arraigadas.

También es importante mencionar que la interculturalidad no se trata solo de tolerancia o coexistencia pacífica, sino de promover una verdadera inclusión y participación de todas las culturas en la toma de decisiones y en la vida cotidiana. Esto requiere un compromiso real y sostenido por parte de los actores sociales, las instituciones y las comunidades.

Para cerrar la brecha entre el discurso y la práctica de la interculturalidad, es fundamental implementar medidas concretas. Estas pueden incluir la educación intercultural en las escuelas, liceos, IES, U, así como el fomento de la participación de las comunidades en la toma de decisiones, la promoción de la igualdad de oportunidades laborales y el fortalecimiento de la legislación antidiscriminatoria.

En resumen, aunque la interculturalidad es un valor ampliamente defendido en el discurso, su implementación efectiva enfrenta desafíos debido a prejuicios arraigados y resistencia al cambio. Para lograr una verdadera interculturalidad, se requiere un compromiso genuino y medidas concretas que promuevan la inclusión y la igualdad de oportunidades para todas las culturas.