Durante la década de los ochenta, en el marco de una de
las mayores crisis económicas de nuestra historia, existían en la región de Los
Lagos 66 campamentos. Cuarenta años después, la
información recopilada por el catastro nacional de campamentos de la Fundación
Techo (2020-2021), identificó en nuestro territorio 62 asentamientos
irregulares. Habitan en ellos 2.717 familias y 7.872 personas, dentro de los
cuales 2.426 son niños menores de 14 años. Estos campamentos se concentran en
Puerto Montt, Osorno y Calbuco, relevando el problema histórico que ha
representado el acceso a la vivienda en la región y permitiéndonos regresar,
como en un viaje en el tiempo, a la década de los ochenta.
Los datos no
son más alentadores si son desagregados por ciudad. El mayor incremento se concentra en la ciudad de Osorno, la cual pasó de
6 a 16 campamentos entre el 2019 y el 2020, aumentando su presencia en
un 167%. A nivel nacional, sólo la ciudad de Osorno concentra el 1,6% de los
campamentos en Chile y el 5,98% si se consideran exclusivamente aquellos que se
conformaron desde octubre de 2019 en adelante. Actualmente, en estos
asentamientos habitan 965 familias, configurando la cifra más alta en la región
de Los Lagos.
En una
investigación realizada en el marco de mi proceso doctoral, he observado cómo los
campamentos representan uno de los reflejos más duros de la pobreza, exclusión
y falta de viviendas en Chile. No obstante, para quienes los construyen, son
también una solución habitacional transitoria donde pueden desplegar
capacidades organizacionales, de agencia, establecer vínculos socioemocionales,
desarrollar redes territoriales y reconfigurar sus identidades, revitalizando
el rol de lo comunitario como uno de los ejes centrales de su accionar.
Chile
requiere de políticas públicas descentralizadas y formas de gobernanza donde
los pobres urbanos también tengan incidencia en la construcción de los barrios
que desean habitar. Es necesario modificar las formas jerárquicas,
unidireccionales y desintegradas de aplicar la política social de vivienda,
pues desde las Ciencias Sociales hemos evidenciado cómo estas formas de gestionar
también han propiciado entornos urbanos para pobres, de baja calidad y con imposibilidades
de mejoras sustanciales.
Para los
académicos y estudiantes de Servicio Social y Trabajo Social de Santo Tomás
Osorno, estos temas emergentes son relevantes y constituyen parte de nuestro
foco de investigación y producción de conocimiento, aportando nuevos saberes
desde un lente situado en las complejidades territoriales y su necesaria transformación.
Daniel Silva Jorquera
Académico Lic. En Trabajo Social Universidad
Santo Tomás Osorno
Dr (c) en Ciencias Sociales en
Estudios Territoriales
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