Lo que cocinamos y consumimos, no es sólo problema de nuestra mesa. Así comienza la premisa que nos debería llevar a replantearnos lo que entendemos como alimentación a algo más complejo y que no sólo nos afecta a nosotros, sino que también a nuestras comunidades y entornos.

 

Cuando hablamos de sustentabilidad o de Gastronomía Sostenible, hablamos de diversidad, de conciencia, de asociatividad con la producción local y de consumo responsable de alimentos.

 

La consciencia en la alimentación siempre ha existido, pero podemos coincidir que luego de la pandemia se consolidó aún más, pues el hecho de permanecer más tiempo en casa condujo a un cambio en nuestra forma de ser, y con ello a consumir más recursos que hoy se están volviendo más escasos a nivel global.

 

Así, la sustentabilidad se traduce en mantenerse en armonía con el medio ambiente y los demás aspectos de la vida cotidiana, es decir, estar en armonía con nuestras comunidades, tanto en la forma en cómo producimos alimentos locales y creamos hábitos responsables de producción y consumo, por ejemplo, eligiendo no siempre la fruta más bonita para así evitar que se desperdicien toneladas y toneladas de alimento al año. En este sentido, también resulta de vital importancia formar alianzas con el comercio agrícola local y pequeños productores.

 

En definitiva, ¿qué podemos hacer en concreto? Para solucionar algo, debemos partir por conocer el problema, y en ese sentido desde nuestra labor y como casa de estudios superiores estamos constantemente buscando fomentar conciencia en nuestros estudiantes.

 

Lo mismo podemos hacer desde casa, partiendo por preguntarnos cómo comemos, de dónde viene lo que consumimos y a dónde irá a parar lo que botemos a la basura.

 

Podemos reducir el desperdicio, consumir productos locales y de temporada, comprar sólo lo que necesitemos, y lo más importante, utilizar los recursos de manera consciente y respetando los insumos, y recordando además todo el proceso logístico que recorrieron los alimentos para llegar a nuestras mesas.

 

Entonces, podemos decir que el desperdicio de comida es un problema de hábito y estructura de la sociedad, y que se torna atingente generar reflexiones y cambios internos en lo que respecta a nuestros valores. Pensando no sólo en mejorar la calidad de vida, sino que también en conservar el medio ambiente, y asegurar la satisfacción de las necesidades alimentarias de las futuras generaciones.

 

Nicole Casas Espinoza

Docente / Chef Instructora

Carrera de Gastronomía Internacional y Tradicional Chilena

CFT Santo Tomás Osorno.