Aldo Fredes Gallardo
Director Centro de Estudios
Latitud Patagonia
Universidad San Sebastián, Sede
De la Patagonia
Lo reconozco; Arturo Prat es uno de mis
héroes favoritos. Asumo que puede quizás ser una opinión muy sesgada y parcial
frente a otros personajes patrios tan o quizás más relevantes que el mismo,
como lo pueden ser un O’Higgins o Carrera. Pero que dadas sus propias
biografías o de lo que hicieron resultan también ser personajes muy complejos y
contradictorios. Pero Prat, quizás con una biografía más sencilla y ordinaria
se revela como un personaje más prístino y coherente.
Ante un nuevo aniversario que conmemora su
temerario acto del 21 de mayo, justo es decir que dicha acción también ha
eclipsado lo que fue su existencia en vida, es decir, adentrarnos más en su
humanidad que en su sacrificio.
Está demostrado que Prat en su corta vida
fue un hombre ético y honesto, con un sentido del deber y de servicio público
quizás imposible de entender hoy. Vivió de manera muy sencilla y austera. Un
hombre corriente que se convirtió en héroe bajo circunstancias extraordinarias,
sin haberlo deseado ni buscado, arrastrado por la ola de la historia como a
tantos otros. Como abogado de profesión ofició sus
servicios en innumerables ocasiones para defender a muchos de sus compañeros de
armas en las cortes marciales, incluso ante las infracciones más mínimas. Y
ello con mucho celo y preocupación por ellos.
Será en su epistolario -principalmente en sus
cartas a su esposa Carmela Carvajal- donde se revela quizás la fibra más íntima
de su humanidad. No solo por las vicisitudes, temores y anhelos que a diario lo
embargan, sino especialmente, de su inmenso amor y celo que expresa por su
familia; desde la profunda nostalgia de extrañarles hasta de ocuparse de los
mínimos menesteres del hogar desde la distancia.
Frente a toda la contingencia política y
pública que vive el país, con una nueva y protagonista generación de jóvenes
que parecen haber logrado “asir el futuro por las astas” abriendo el cauce de
nuevos tiempos históricos, pero también envuelta muchas veces con cierta
presunción de que el pasado es irrelevante y que la historia parece comenzar
con ellos (aunque a decir verdad la
Historia logra la mayor de las veces siempre imponer sus propios derroteros y
avatares de forma inédita, inesperada e impensada), no es aventurado afirmar
que la figura de Arturo Prat Chacón aparece como un referente oportuno y
aleccionador para nuestros tiempos. No en el sentido de endiosarlo como es ya
lo habitual en estas fechas, sino más bien en reparar en su propia vida pública
ejemplar. Lo que hace que su trascendencia histórica se enaltezca aún más.
Siempre se
ha enseñado en nuestras Escuelas rememorar a Arturo Prat por su inmolación y lo
que significó para el país. Quizás ya sea bueno comenzar a recordarlo no por la
forma en que murió, sino por cómo vivió.
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