Para Manuel Canales, doctor en Sociología y
académico del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Estatal de
O'Higgins (UOH), la crisis del agua ya se hizo presente en nuestras vidas
cotidianas, “para aproblemarla y desorganizarla”. Es la realidad que ha
recogido durante su estudio sobre el momento que viven las comunidades de la
región, un proceso reflexivo que está plasmado en su libro La Sociedad Local,
presentado a fines del año pasado. “He estado escuchando a los habitantes del
territorio y en dichas conversaciones la escasez del agua ocupa,
razonablemente, un lugar importante”, sostuvo.
En su análisis, Canales explicó que el cambio
climático y la mega sequía que se extiende por más de una década en el país, se
pueden analizar desde varias vertientes. Señaló que “la crisis del agua no es
solo la evidente tristeza y melancolía por la pérdida de los cuerpos de agua:
los esteros, las vertientes, las pozas en donde se bañaba la gente en otros
tiempos. Esto se siente como pérdida y desesperanza de que regresen en los
ciclos que uno puede imaginar en su biografía. Pero más allá de eso, que es
relativamente obvio, está el hecho de que hablar de la crisis del agua es
hablar rápidamente de un conflicto entre un tipo de producción agrícola y los
habitantes del territorio.”
“Hablar de agua es hablar de la lucha por el agua”,
profundizó el investigador. Se da la escena, detalló, “del productor poderoso
que frente a la crisis parece disponer de una batería de posibilidades, desde
el embalse hasta el pozo. En cambio los pequeños productores, ya bastante a mal
traer y que a duras penas han logrado sobrevivir, sienten que esta sequía los
deja casi sin jugada”.
El sociólogo indicó que en el panorama actual los
pequeños agricultores enfrentan una especie de callejón sin salida ante la
escasez hídrica: “No pueden pagar el agua, ya que hacerlo les hace la
producción imposible por los altos costos que ello implica. Por otro lado, si
no la pagan tampoco la tienen porque no llega la lluvia y no están las aguas
que antes recibían”.
Las consecuencias del cambio climático están
teniendo, desde hace ya varios años, repercusiones en la producción agrícola y
la forma de vida de los habitantes de las sociedades locales, dando paso a un
conflicto de orden social en pleno desarrollo.
“Esta la crisis de una forma de hacer agricultura y
el auge de otra, que viene trepando desde hace 40 años. Llama la atención que
en medio de la sequía siga creciendo la agricultura, como la frutícola por dar
un ejemplo. Los paltos siguen subiendo por los cerros como si la falta de agua
no existiera”, comentó Canales.
“Por otro lado está ocurriendo en nuestros
territorios rurales, en nuestras aldeas, nuestros pueblos y nuestros campos, es
decir, toda la región prácticamente, un acontecimiento fuera de todo libro. En
estos mismos momentos está explotando demográficamente la ruralidad local. Ese
fenómeno no ha existido antes y no existe en ninguna otra parte del mundo”,
detalló el académico.
El sociólogo concluyó subrayando que este proceso
inédito tiene dos aristas a las que es necesario poner atención: “Una es la que
conocemos: la estampida de los metropolitanos buscando un nuevo estilo de vida,
pero otra muy fuerte que viene de la propia demanda social local de
trabajadoras y trabajadores, que hoy se orientan preferentemente a vivir en
pueblos y aldeas en vez de las ciudades, con sus poblaciones muy agotadas y no
bullantes como parecían serlo al inicio”.
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