Hace aproximadamente dos años nuestra sociedad ha vivenciado una
Pandemia Mundial, la que claramente revolucionó nuestro existir, nuestra forma
de ver la vida, nuestra dinámica familiar, laboral, académica y por, sobre
todo, nuestro ámbito socio afectivo. En total, la UNESCO estima que 1.725 millones
de niños y jóvenes en todo el mundo han visto afectado su proceso de enseñanza
y aprendizaje por las medidas sanitarias, cifra que corresponde a cerca del 90%
de los jóvenes y niños en el planeta (UNESCO 2020a) aspecto ligado también a
factores ambientales, metodológicos, culturales y familiares.
La motivación es considerada como uno de los componentes que sustentan
el proceso de enseñanza y aprendizaje de las y los estudiantes, si este factor
no está presente difícilmente se logra desprender un aprendizaje significativo
en los sujetos, sean estos de cualquier nivel educativo. La motivación se
constituye en el motor del aprendizaje, según Woolfolk “la motivación se define
usualmente como algo que energiza y dirige la conducta”. En este punto, se busca
intervenir reconociendo que la motivación no siempre debe emanar de una
capacidad intrínseca de la persona ya que también debe poseer interacción con
el docente, sus metodologías de trabajo, realidad biopsicosocial, etc.
Son variados factores los que repercuten en la motivación escolar de una
persona. La clave se sitúa, de acuerdo con Ausubel, en el interés que se cree
por dedicarse a un aprendizaje, donde se intenta dar un sentido a lo que se
aprende, conocimiento de los objetivos, habilidades a desarrollar, estrategias
que se utilizarán, aspectos que deben ser de conocimiento de las personas para
poseer claridad, cercanía y fidelización de los aprendizajes a adquirir.
El ambiente escolar sin lugar a duda no se enmarca en términos físicos o
de infraestructura, sino que tiene estrecha relación con el clima social y
escolar que experimentan los alumnos en la sala de clases, este aspecto se
relaciona directamente y de manera sustancial con la comunicación, cooperación,
autonomía, movilidad y cohesión social. Es un tema importante que debe tratarse
en la época estival para llegar preparados en marzo. Es aquí en donde los y las profesionales del
área Psicopedagógica han colaborado ampliamente en tiempos de Pandemia, elaborando
propuestas metodológicas innovadoras, personalizadas y con un enfoque ligado a
la contención socioemocional de los y las estudiantes, fortaleciendo un proceso
de enseñanza y aprendizaje respetuoso con los diferentes escenarios personales,
siendo el Profesional el que refuerza la motivación y permanente evolución
socioeducativa.
La conexión corporal y la comunicación constante son claves para un
aprendizaje significativo a través de la interacción con otros y otras. Los
niños, niñas, adolescentes y jóvenes desarrollan su aprendizaje mediante la
interacción social “van adquiriendo nuevas y mejores habilidades cognoscitivas
como proceso lógico de su inmersión a un modo de vida” (Vygotsky, L,
1896-1934). Claramente en la actualidad
los y las educados han debido lidiar con nuevas formas de interactuar con sus
pares, metodologías carentes de innovación en ocasiones y, sobre todo, nulo
trabajo colaborativo; aspectos que han provocado estrés, fatiga y falta de
motivación frente al proceso de adquisición de contenidos curriculares. Sin
embargo, en este aspecto se ha logrado evidenciar el arduo trabajo que los y
las profesionales Psicopedagogos/as a nivel mundial han desarrollado en sus
Unidades Educativas, liderado equipos de trabajo, siendo generadores de cambio
y guiando progresivamente el proceso de los y las educandos.
Sabemos que las metodologías virtuales y las Tics poseen grandes
beneficios para el proceso de Enseñanza y Aprendizaje de las personas, sin
embargo, el exceso de éstas, la falta de accesibilidad, las diferentes
realidades biopsicosociales que se han visualizado a partir de la realidad
sanitaria, han provocado desmotivación y dificultades en la vida estudiantil. A
modo de reflexión se busca exponer sobre la importancia de los profesionales
Psicopedagogos/as en este transitar. Educar a la población sobre el
conocimiento real y consciente del uso de sus capacidades, habilidades y
destrezas, ayudará sustancialmente a la población en la planeación,
organización y ejecución de acciones más asertivas, resilientes y altamente
funcionales frente a determinadas crisis experimentadas, aprendizajes que los y
las Psicopedagogos/as han sabido transformar en grandes oportunidades de mejora
personal y social, entregando a nuestra Comunidad una colaboración sólida y de
calidad.
Por Yoselyn Catrilef C.
Jefa de la carrera Psicopedagogía
IP Santo Tomás Osorno
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