La inhumación se concretó
al término de una solemne Misa de Exequias en el principal templo capitalino,
presidida por el Nuncio Apostólico, monseñor Alberto Ortega, y concelebrada por
los cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati, diversos obispos,
sacerdotes y diáconos permanentes.
La procesión de entrada con las Letanías de los
Santos se desplazó entre numerosos familiares, parientes, religiosas y fieles
en general, tras lo cual el nuncio encendió el cirio pascual junto a la urna,
depositó sobre ella la mitra y a un costado el báculo del pastor fallecido,
mientras hacía una oración por su eterno descanso.
Al comenzar la misa, y en nombre del Comité
Permanente y demás miembros de la Conferencia Episcopal de Chile, el Obispo de
San Bernardo, monseñor Juan
Ignacio González, leyó una carta del presidente del episcopado, cardenal Celestino Aós (quien se
encuentra en Roma, por compromisos pastorales en la Santa Sede), que en parte
señala: “Quisiera expresar nuestros sentimientos de condolencias, cercanía u
oración tras conocer la noticia del fallecimiento de quien dejó huellas como
pastor de las Iglesias de Rancagua y Valparaíso”. Resaltó que Jorge Medina fue
perito en el Concilio Vaticano II y pro gran canciller de la Universidad
Católica de Chile y prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos. “Quedará en la memoria de la Iglesia Universal
su rol como cardenal protodiácono, labor en la que le correspondió anunciar el
nombre del electo Papa Benedicto XVI en el año 2005”, recordó.
Cara a cara con Dios
La homilía, por voluntad del cardenal Medina,
estuvo a cargo de monseñor Felipe
Bacarreza, Obispo de Los Ángeles, quien resaltó su larga vida llena de
anécdotas y grandes servicios a la Iglesia. “Don Jorge ha sido durante muchos
años, sobre todo en estos años de gran confusión y de fuertes remezones que ha
sufrido la Iglesia, un referente de fidelidad para muchas personas”, expresó.
Dijo que en el cardenal Medina se cumple lo señalado por san Pablo en la
primera carta a los Tesalonicenses, proclamada en esta misa: creer que
Jesucristo murió y resucitó y que a los que han muerto en Jesús Dios los
llevará con Él. “Dos condiciones que cumplió don Jorge y de las cuales dio vivo
testimonio”. Añadió que esta es la vida eterna, de la cual el fallecido
cardenal quería que se predicara, “estar siempre con el Señor, sin velos, sino
cara a cara”.
Al final de la misa de exequias, intervino el
Obispo de Rancagua, monseñor
Guillermo Vera, quien se refirió a la capacidad del cardenal Medina para
“llegar con su palabra y enseñanza a todos y a los más sencillos (…) Los
formaba en la fe y la alegría de ser cristianos católicos. Sin duda fue un gran
modelo de pastor”. Por su parte, el Obispo de Valparaíso, monseñor Patricio
Vega, dijo que cuando en la diócesis conocieron su lado más humano, “se hizo un
hombre muy querido en la diócesis”. Luego, el rector de la Universidad Católica
de Chile, Ignacio Sánchez, agradeció toda la entrega del cardenal Medina en
esta casa de Estudios, donde fue profesor, decano de la Facultad de Teología y
pro gran canciller.
Los sobrinos y sobrinos nietos, como los hermanos Ferrán Tapia, recordaron con
emoción la cercanía, afecto y cariño para con los suyos de parte de don Jorge,
quien bautizó y casó a varios de ellos. Le agradecieron “por haber sido un gran
defensor de la familia”.
Tras el último responso, el nuncio leyó el mensaje
enviado por el Papa Francisco, en el que expresa “su sentimiento de pesar a los
familiares del difunto prelado y a los fieles de las Iglesias de Rancagua y
Valparaíso, en las que sirvió como pastor”, y recordó a “este abnegado prelado,
que durante años y con fidelidad entregó su vida al servicio de Dios y de la
Iglesia Universal”. Luego, los restos del cardenal Jorge Media fueron
sepultados en solemne rito fúnebre en la cripta de la Catedral Metropolitana,
donde yacen los arzobispos de Santiago cardenales José María Caro, Raúl Silva,
Francisco Fresno y Carlos Oviedo, además de otros dignatarios eclesiásticos,
como el padre Damián Acuña, Deán de la catedral, y el nuncio Aldo Laghi.
Un hijo de Dios
El Vicario General de Santiago, monseñor Cristián Roncagliolo, también
destacó la figura del cardenal Jorge Medina: “Fue un clérigo de la
arquidiócesis de Santiago, estudió en nuestro Seminario, fue pro gran canciller
de la UC, formador del seminario pontificio, decano de la facultad de teología
además de otros servicios. Él fue hijo de esta Iglesia de Santiago y damos
gracias a Dios por su ministerio fecundo al servicio de toda la Iglesia”.
Abnegado sacerdote
Desde Roma, el Papa Francisco en un telegrama dirigido a monseñor Alberto
Ortega Martín, Nuncio Apostólico en Chile, expresó su pesar por la partida del
cardenal Medina y entregó palabras de ánimo a sus familiares y a los fieles de
las iglesias de Rancagua y Valparaíso en las que sirvió como pastor. “Este
abnegado prelado que, durante años y con fidelidad, entregó su vida al servicio
de Dios y de la Iglesia Universal también como Prefecto de la Congregación para
el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos”, además ofreció “sufragios
por el eterno descanso de su alma, para que el Señor Jesús le otorgue la corona
de Gloria que no se marchita”.
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