Durante el transcurso del año 2020, el mundo entero fue
sometido a los estragos que causó y sigue causando el virus SARS-CoV2. Parece
lejano recordar cuando vivíamos una vida simple, sin miedo y sin mascarillas. A
pesar de esto y de todo lo que vemos en televisión, las campañas de educación,
la inmensa cifra de contagiados y lo peor, la gran cifra de muertos, se
vislumbra que el deber moral del cuidar o la motivación de generar bienestar en
nuestra comunidad está lejos de ser un principio fundamental de la sociedad de
hoy en día.
Es frecuente ver a personas, por lo general jóvenes, no
respetando la distancia física o también están los más “audaces” que no
utilizan mascarilla, caminando por la calle con orgullo como demostrando ser
inmunes al coronavirus. Pero están también los que viven con miedo, los que no
saben si al salir a comprar alimentos pueden contagiar a sus familiares, los
que respetan cada recomendación entregada por expertos en el área y que sí
tienen una motivación por cuidar a otros.
Causa angustia ver como miles de funcionarios del área de
la salud, dejan su vida día a día (por meses) para cuidar a otros, muchas veces
dejando de ver a su propia familia, postergando sus proyectos y también
poniendo en riesgo su bienestar (físico, emocional y mental), mientras que
“otros” tal vez inconscientes, parecen ser ciegos de la realidad al pasar por
alto todo lo que está ocurriendo y demostrando que el deber moral “del cuidar”
es un simple capricho de las autoridades sanitarias.
Como escuela formadora de Enfermeras y Enfermeros, los
que prontamente serán parte de esa primera línea, queremos recalcar la
importancia de este deber. El cuidar es inherente al ser humano y es parte de
nuestros rasgos más primitivos. No debemos dejar que las nuevas generaciones
pierdan este sentido de colectividad y de responsabilidad ante la sociedad.
Todos jugamos un papel importante y muy valioso, por lo que, si un eslabón se
corta, todos somos perjudicados. La importancia de generar consciencia a través
de un actuar responsable es el pilar de la formación y debemos ser activos en
el fomento del cuidado a otros y el autocuidado.
Iniciando un nuevo año en pandemia y con un proceso de
vacunación exitoso, es cuando más que nunca debemos demostrar que no está todo
perdido, que sí podemos ser parte activa y protagonistas de la evolución
sanitaria que estamos atravesando a nivel mundial y contribuir a un bien común
con simples actos; como utilizar adecuadamente una mascarilla, lavarse las
manos con frecuencia, mantener distancia física en un lugar con aglomeración de
personas o quedarse en casa. Estos son simples gestos que demuestran amor por
los demás y por uno mismo.
Gabriela Olivares Ramírez
Directora carrera de Enfermería
Universidad Santo Tomás Osorno
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