Qué duda cabe que si alguna actividad
económica es común a nuestras 4 provincias, es la Pesca Artesanal,
especialmente asentada en los mares interiores, más calmos que comparten
Llanquihue, Chiloé y Palena, sin olvidar por cierto las costas más abiertas de
territorios desde San Juan de La Costa hasta Mar Brava de Carelmapu, pasando
por Estaquilla y toda la costa pacífico Quellón y Cucao de Chiloé. Se trabaja
duro en la pesca artesanal, además son hombres y mujeres independientes y
valientes que deben enfrentar el frio y la lluvia, y además varios problemas
concretos que los afectan con fuerza.
Que decir de estos últimos años, el actual
Gobierno que no ha podido entender las verdaderas necesidades de la pesca en
nuestra región, o no ha querido. Frenando
el financiamiento para poder avanzar en serio, por el contrario, son tan pocos
los recursos, que cuesta incluso decidir qué hacer con él, como renovar las
embarcaciones, a quien asignar los pocos pesos que se entregan cuando el resto
quedará mirando; cuando en otras regiones se ha entregado mucho más dinero.
El registro pesquero, que habilita a poder
extraer determinadas especies está cerrado y es casi imposible obtener
autorizaciones de captura de nuevas especies. Así ocurre por ejemplo a
pescadores de Ancud, que no pueden capturar especies que están en su mar, pero
si lo pueden hacer pescadores de otras regiones como de la región del Biobío
que tienen autorización legal para ello. Situaciones similares con diversas
especies ocurre en San Juan de La Costa, en Bahía Mansa, en Pucatrihue y en el
resto de la región.
Hay exigencias de seguridad a veces mal
planteadas o mal fiscalizadas en que necesitamos avanzar para permitir que la
pesca subsista y se desarrolle, especialmente de tantas complejidades
económicas.
Falta invertir en investigación y buscar
formas reales de terminar con la situación del Lobo Marino que impide trabajar,
que ha llevado a varios pescadores a medidas desesperadas, incluso creando
elementos de defensa que han terminado siendo considerados armas hechizas y por
lo mismo castigados por la ley de control de armas por lo cual han sido
perseguidos como verdaderos delincuentes, cuando sólo son personas de trabajo
que buscan mantenerse a flote, como ha ocurrido en Calbuco y Chinquihue. Han
ocurrido además una serie de atropellos de embarcaciones por naves más grandes que
ha producido la muerte de varios pescadores en nuestra región. Falta una ley
especial que regule de mejor manera la circulación de naves pequeñas
especialmente en los mares interiores.
También hay que entender que la pesca
artesanal, no es una sola, existen matices y necesidades distintas entre pelágicos,
demersales, bentónicos, algueros y recolectores de orilla. Algunos de estos
grupos han quedado excluidos de las grandes políticas pesqueras, en especial
tras la aprobación de la nefasta Ley de Pesca.
Son los pescadores y pescadoras artesanales,
sus dirigentas y dirigentes, quienes conocen estos problemas, defender la pesca
artesanal significa escuchar sus demandas y plantear soluciones en conjunto. Tenemos que construir en conjunto con las
universidades, con los legisladores, y por cierto con el Gobierno Regional,
fórmulas que permitan dar a la Pesca Artesanal la seguridad que requiere para
seguir aportando al desarrollo de toda la Región y en particular de sus
familias.
Leonardo de la Prida Sanhueza
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